¡Un kilometro más!
El día de hoy te voy a compartir una situación que me pasó cuando tenía algunos 12, 13 años. Lo interesante es que en la época más o menos eran como a principios de los 80s habrá sido 1983, 1984 el deporte que yo hacía de manera regular era el tenis, yo jugaba tenis, entrenaba, nunca fui muy bueno, pero ahí le hacía loco.
Recuerdo que un sábado en la tarde me comenta mi papá: Jorge, mañana nos vamos a levantar temprano. Tú y tus hermanos van a ir a la carrera de los venados.
En aquella época, la carrera de los venados, si mal no recuerdo, era el primer año que se hizo esa carrera. Casi estoy seguro que fue el primer año.
Recuerdo haberle dicho, papá. No voy a llegar a la meta. ¿Para qué me meto? Tú métete, haz bola a la salida y te sales adelantito. Ah, bueno, dije. Habiendo recibido las instrucciones adecuadas, entré a la carrera.
Dieron el pistolazo de salida pues ya salí con todo el grupo y recuerdo haber dicho voy a correr un kilómetro y me salgo y me regreso caminando.
Nunca vi la señal ni del kilómetro ni de los dos kilómetros al tercer kilómetro que ya iba bien cansado y recuerdo que haber dicho
– estoy más cerca de mi casa que de la meta.
Cabe aclarar que la carrera se hacía sobre el malecón y el punto de retorno quedaba a no más de un kilómetro caminando de mi casa, entonces dije voy y termino a la mitad y ahí me sigo de frente y llego a la casa a desayunar.
Al momento que voy llegando al punto de retorno el punto más alejado al kilómetro 5 me pongo a pensar, si me salgo y me voy a la casa, no hay nadie en la casa que me pueda abrir, y me habían dicho regrésate al a la meta ahí me van a estar esperando por consiguiente ya cuando estaba ahí pensé
– bueno pues si ya lo hice de ida vamos a hacerlo de regreso
kilómetro 6, kilómetro 7, kilómetro 8, kilómetro 9 Y por fin, eureka. Llegué a la meta sin haber querido.
Entre caminando y corriendo, lo logré. Temo decir que mis tiempos estaban marcados y le gané a cinco personas. O sea, quedé en sexto lugar del último hacia el primero.
Lo interesante de esta situación es que muchas veces los límites nos los ponemos nosotros. Yo desde un día antes pensé que no iba a poder. ¡Ojo! Yo hablaba desde el principio de llegar a la meta. Cuando mi única opción era llegar a la meta, ya en el camino de regreso del kilómetro 6, 7, 8, 9, ya para llegar a la meta, ya no era el si me salgo o no.
¿Qué es lo que podemos aprender?
Uno, kilómetro a kilómetro, ve valorándolo. Hay un dicho que dice “el poder de uno más”, un kilómetro más, un kilómetro más, una levantada más.
El hecho que no seas el mejor créeme lo que te va a dejar aún más arriba que a los cinco que yo les gané en esa ocasión.
No tengas miedo de no ganar que el miedo sea el no intentarlo y el rendirte.
Este momento que te estoy platicando no gané nada. Es más, hasta perdí. ¿Por qué? Porque si hubiera llegado en último, me hubieran dado un trofeo de una tortuga.
La carrera se llamaba la carrera de los venados, alusivo a Mazatlán. Al primer lugar le daban un venado de madera, tallado, muy bonito. Y al último le daban una tortuga de madera también tallada, muy bonita, de color café, hermosa, o se me hacía en aquella época y ni eso gané
Gracias a esa experiencia dije se pueden correr 10 kilómetros sin entrenar y cuántas cosas más se pueden hacer y no se hacen sólo porque nos da miedo intentarlo.
Lucha tu lucha. Y la de nadie más.
Sigue adelante.
Ánimo.
Llega ese kilómetro 10.
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